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Les Gavarres es un espacio de interés natural de Girona que separa las zonas del Baix Empordà y la Selva. Una pequeña joya natural en la que se encuentra esta vivienda de los años 70 recién reformada que tenía una particularidad: estaba protegida así que no podía tocarse su volumen. Sin embargo, ahora es una vivienda que se enlaza con la tradición que la rodea, utilizando materiales como la piedra y la madera, y que se conecta totalmente con la naturaleza de su entorno y aprovecha las espectaculares vistas de 360 grados de la zona.
Según explican desde el estudio ZEST Arquitectura, encargados del proyecto, la vivienda (bautizada como Casa 360o) de 219 metros cuadrados y dos pisos tenía las hechuras de una casa antigua con un laberinto de pequeñas habitaciones a ambos lados de un gran pasillo y ventanas pequeñas que la aislaban totalmente del entorno. “El encargo consistía en transformar esta pequeña casa en una vivienda de 3 dormitorios, espaciosa y acogedora que, sobre todo, celebrara las excepcionales vistas y la conexión con el jardín y la reserva natural circundante”, resaltan.
Uno de los retos más interesantes consistió en convertir la fachada, muy desproporcionada y no demasiado estética, por otra más bella que, sin embargo, tenía que mantener las mismas proporciones. Para ello, desmontaron la fachada existente y la sustituyeron por una de forma moderna en la que reinan los materiales tradicionales, como la piedra de la zona que reviste su parte inferior, y un gran aislamiento térmico perfecto para ahorrar energía.
“La clave del diseño de la fachada fueron las contraventanas de madera que se instalaron por seguridad, estética y protección solar”, explican. Así, las diferentes fachadas mezclan ventanas correderas con plegables hacia arriba y otras más tradicionales “para que encajaran con el acabado de piedra”.
Además, el interior de la casa se reformó también por completo convirtiendo el sótano en un apartamento para invitados con dos dormitorios su cocina y su sala de estar. Todos los muros interiores se han demolido para crear una distribución totalmente nueva en la que la orientación jugó un papel importante. Mientras el dormitorio se coloca al este para que entre la luz de la mañana, el salón está en el oeste para aprovechar la luz de la tarde y la cocina y el comedor en el sur.
“El principal reto consistió en encontrar un lugar para la escalera. Optamos por situarla en el centro de la casa, entre la cocina-comedor y el salón, pero con una balaustrada de cristal que permite una transparencia total entre todos los espacios sociales”, señalan desde el estudio. Además, se instaló una chimenea para unificar varios espacios sociales y la madera se utilizó como denominador común de los espacios.
La vivienda se amuebló además con numerosas piezas a medida y la carpintería interior, la cocina y las puertas, ventanas y contraventanas fueron realizadas por los mismos carpinteros. En los suelos se utilizó un hormigón pulido por su naturaleza orgánica y se instalaron azulejos Zellige hechos a mano en la cocina y el aseo de invitados “por su textura similar, irregular y campestre”.
ZEST Arquitectura diseñó también el jardín y cuidó especialmente la sostenibilidad de la casa con diferentes medidas. Por ejemplo, una bomba de calor aire-agua permite ahorrar costes a largo plazo y la casa hace uso del agua de un pozo comunitario. Además, el agua de lluvia se devuelve al jardín y este se diseñó con plantas mediterráneas de bajo consumo de agua. La sorpresa, sin embargo, vendrá en un futuro: la balaustrada se ha diseñado para que crezcan enredaderas, creando una pantalla natural que funda la casa con la naturaleza.
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