De construcción humilde a casa sostenible: así se ha reformado esta vivienda situada en un espacio natural
De vivir en Sídney a mudarse a una casa sostenible en el Espacio de Interés Natural Las Gavarras, en Girona, tan solo hay un paso: el que dio esta pareja internacional –él es de Sudáfrica; ella, de Inglaterra– al contactar con Co Govers, fundadora de ZEST Arquitectura. “Nos escribieron en 2017 mientras estaban viviendo en Australia, principalmente por nuestra estética, nuestro enfoque de la arquitectura y por ser un estudio orientado al cliente internacional”, recuerda Govers.
La vivienda que tenían en el radar, una construcción humilde original de los años 70, pertenecía a un complejo que nunca llegó a levantarse. “Está cerca del Santuario de los Ángeles, que tiene unas vistas espectaculares y es una zona muy conocida de senderismo. El plan era hacer entre 20 o 25 casas, pero tan solo se construyeron tres, siendo una de ellas esta”, explica Govers. A pesar de lo idílico de la situación, el enclave venía con un reto bajo el brazo –el domicilio estaba protegido y no podía ampliarse bajo ningún concepto– y un deseo, ser lo más eficiente y respetuoso con el entorno posible. Como suele ocurrir en este tipo de edificios, el interior original estaba formado por un laberinto de pequeñas habitaciones a ambos lados de un pasillo, con ventanas tan pequeñas que “no permitían fijarse ni disfrutar del paraje natural".
Vivir en el paraíso
Para modernizar la construcción y darle todo el protagonismo al paisaje, el proyecto se centró en redistribuir las plantas existentes y repensar los espacios. “Compraron la casa por su localización, por lo que era importante que el interior estuviera a la altura del exterior”, cuenta Govers. En un principio, este inmueble de carácter tradicional, ahora reconvertido en un loft moderno, estaba segmentado en dos plantas: en la superior, cuatro dormitorios, una cocina independiente y una estrecha zona de salón; en la inferior, un sótano con un porche desconectado del resto. Para adaptarse a la vida de sus nuevos propietarios, el plano se modificó para acoger tres dormitorios amplios y una zona de día abierta al jardín. “El sótano se convirtió en un apartamento de invitados de 2 dormitorios con su propia cocina y sala de estar. Todos los muros interiores se han demolido para crear una distribución totalmente nueva; abrimos tanto la fachada que tuvimos que apuntalar toda la casa para poder eliminar la mayor parte de los muros estructurales exteriores y construir nuevas aberturas”.
En cuanto al exterior, el reto estuvo en reimaginar la fachada original, “excesivamente desproporcionada”, en algo bello. Los dueños querían recrear la atmósfera típica de las casas de playa, especialmente las de estilo ibicenco, pero de manera coherente. “La construcción consistía en muros estructurales de ladrillo enlucido sin aislamiento. Se desmontó por completo la fachada y se revistió la parte inferior con piedra de la zona y de la propiedad”, nos cuentan. Como guinda del pastel, el estudio añadió distintos tipos de contraventanas de madera –el material escogido como hilo conductor– que además de mantener el espíritu de la arquitectura de la zona, permiten diluir los límites entre interior y exterior.