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Dúplex en estado de GRÀCIA

Dos pisos en dos plantas, en el siempre atractivo barrio de Gràcia, fueron unidos por una escalera y la varita mágica de Zest Architecture en un luminoso dúplex, con espacio para la música y el arte.

La planta baja se conserva como un espacio amplio y fluido, con distintas zonas de estar.

La historia que hoy vamos a contar es la de una escalera. Porque ella es la protagonista de esta casa, en el céntrico y siempre deseable barrio barcelonés de Gràcia. Sin esa escalera, este maravilloso, luminoso, casi diáfano interior no existiría. Originalmente, aquí había dos pisos separados, que, unidos por esta escalera y la varita mágica de Zest Architecture, se convirtieron en un dúplex.

"La escalera se define como un elemento escultural de roble blanqueado con unas alacenas para la exposición de los objetos de colección de los propietarios y es la protagonista del proyecto haciendo que la unión fluya entre las dos plantas", explican desde el estudio. "Los propietarios coincidían con nosotros en la sensibilidad por la madera maciza que se utiliza siempre que es posible y en otros casos se halla combinada con un contrachapado", comentan. Porque en este dúplex, nacido de la unión de dos pisos para crear una casa familiar acogedora, con una sala de música para pequeños conciertos y una biblioteca/estudio, veremos madera, mucha madera.

Ella, la escalera.

Y, si la escalera fue una de las claves para los arquitectos, el origen del edificio fue otra: "El descubrir el pasado histórico de la finca, que había sido una fábrica que conservaba todavía su esqueleto original, nos marcó la estrategia conceptual a seguir: se descubrió su típica estructura de bóveda catalana que se hallaba escondida sobre los falsos techos y se recuperaron la altura y los amplios espacios originales mediante el completo vaciado de las dos plantas". Así, esa estructura de bóveda acompaña varios de los espacios de la vivienda, dotándolos de un toque artístico y muy original.

Otro de los puntos neurálgicos de la casa es su sala de música: ha sido concebida como un módulo aislado acústicamente, "incluido el techo de bóveda catalana, que puede abrirse mediante unas grandes puertas corredereas de roble, uniendo así el espacio del resto de la planta baja", explican desde Zest. A su lado, la cocina, que, como no podía ser de otra manera, ocupa el espacio central de la planta baja, con vistas hacia la gran terraza exterior (sí, hay terraza -no le dé muchas vueltas, la envidia no es buena). Junto a la cocina, una sala de estar y varios espacios auxiliares.

¿Y si subimos esa magnífica escalera, qué nos espera? Arriba se encuentra la biblioteca-estudio, compuesta por grandes librerías a medida de madera de roble (cómo no) con unos finos soportes de acero. También hay espacio auxiliar para invitados, y los dormitorios y baños de la familia. ¡Ah! Y un último apunte: toda la tabiquería tiene un acabado en barro tan liso que parece microcemento. El color un tanto irregular, combinado con la madera y la luz, crean un efecto de sencillez que nos encanta.

La (envidiable, apetecible) terraza.